Promesas

Se despidieron de un beso, nunca pensaron que sería el último. Iba con su mejor vestido, y el con su mejor sonrisa y la promesa de volver. Ella a la vez, le prometió que siempre lo iba a esperar. Pasó el tiempo, pasó noches y días, lluvias y días de sol, pero ella no se movió de aquel puerto en el que juró que lo esperaría. La gente se reía, crearon mil y una leyendo sobre ella. Pero ella lloraba más a cada día, recogía flores frescas al salir el alba y antes de las ocho estaba allí, esperándolo, siempre igual, se hizo amiga del sol y la luna, de la tierra y el mar. Allí el tiempo se llevó su juventud, y su madurez. Varios intentaron llevársela de allí, pero no había quien la moviera, ella lo amaba. Ella lo amaba y por eso seguía pensando en que iba a volver, había pasado más cuatro décadas. Estaba vieja, inútil y trastornada. Una noche se quedó dormida entre la orilla y el mar, y al pasar la luna llena, nunca más se la volvió a ver, excepto las flores que llevaba en la mano, que estaba flotando en los lejos del mar.

Maná – En El Muelle De San Blas